jueves, 19 de mayo de 2011

FUEGO NEGRO ( 2011 Editorial Turkestán)




fuego negro







“no dejes escapar a tu tortuga mágica”

Hi Ching – Libro de las Mutaciones


I



oh portadora del cargamento matutino
con herrajes de polvo de verano
quítate el corpiño
y séllame la boca con tu tenaza incandescente
suave domadora
todo lo que tocas lo conviertes en un pedazo de dios.

bajo el tremendo manatí de tu mirada
el fantasma estremecido de las revelaciones
no admite otra aparición que no sea la propia.

tú sabes que el usurero no da de comer
pero da placebo
para el ímpetu de la mordida de la muerte
por eso pulsas tu guitarra bandolera
haciendo que suba la música del mar
y aplaste implacable
el resuello del eunuco imperial y sus secuaces.

tú eres el arma contra los formales del frío.


sálvate poeta bajo las estatuas de sol.


oh  amante negra despiadada
que destrozas la telaraña del fiasco
y flotas en la lengua
con las aguas agitadas del palabrar lumínico
sólo tú quedarás después del alba derrotada
sólo tú y nosotros: los inmorales y el anís.


tú que ingresas en el trance de las revelaciones
con la fuerza diablal de un relámpago
y eres alta y sagrada como el lunar de dios
deja caer tu esmaltado puñal
en el monóculo grisado de la noche
para que el alma niño del poeta
devore su postre solar
cante baile ría
entre los estruendos del albor y sus rojuras
volteando los postigos de la angustia en las casas del amor
festejando el alumbramiento del oro
el matrimonio de los árboles
la marcha junto a los feligreses del río y aullando
aullando al aro del siglo
con una mueca de alcohol atravesada.


sálvate porta bajo las estatuas de sol.


igual de amarga a la sonrisa de un cantante de boleros
es la espera
y grandes e intensas como las pisadas de un oso polar
son las tetas de las horas de la espera
cuando se retrasa el aeroplano de las iluminaciones.

por eso debes poeta llegar a tu guarida beduina
quitarte la chaqueta de peleas
y lamer a tu guerrera mora picante de la buena
para que el humo atraiga –desde la matriz del cosmos-
al verso de lumbre que te envolverá con su graznido caliente
volcándote en la boca los humores de la saliva del diablo.


oh bienaventurado
suelta tu gallo rapaz en el callejón del vicio
e ingresa luego en el palacio regio con tu zarcillo espumoso
ese que seduce a la troyana de espesa túnica de vino
para aguardar hincado
el toque dilatado de sus labios en tu frente canalla.

entonces la línea revelada se volcará de tu mano.


sálvate poeta bajo las estatuas de sol.


oh bienaventurado desciende
desciende hasta el légamo marino
cuando se fecunda el sueño
o intérnate en la fragua del bosque
en el instante en que germina el deseo
y salta bienaventurado
salta desde ti hacia el abismo donde nace el fuego negro

sólo así serás sorprendido por el instante único y efímero.

sólo así el acuoso lazarillo te llevará después
hasta el altar de las posesiones deliciosas
donde repta la culebra de las vanidades
donde el ocio es un escarabajo
un escarabajo inmenso y solitario
recostado en las doraduras aturdidas de centeno
y cuando tu animal plumoso y ágil
espantado cruce los pulmones de dios
arreciará el vendaval
con un silbido que te apagará el ascenso.


¿podrás en la mesopotamia de tu instinto
desenredar las trenzas del agua?
¿podrás poeta descorrer el velo
y dar auxilio al niño de tu cántaro?
¿podrás acaso desenterrar el diamante
que oculta la ciudad en su pantano de ruido?

lánzate bienaventurado desde la cornisa del whisky
hacia el ojo de buey del infinito
y asalta con tu tambor más intrépido
la peluca del enano mandril de la codicia.


sálvate poeta bajo las estatuas de sol.


oh gitanita panderetera del agua

muestra al bienaventurado
tu provincia radiante de volcánica sombra
como una mordedura de durazno de entre vinos sacada.

luego la revelación con su avispa quemante
caerá sobre la frente como una zambullida
en un golpe de fugacidad inaudita.

entonces bienaventurado calla
y aguarda la barca de neblina
que a la manera de la zaga migratoria del flamenco
se desliza por el pelaje del ozono.


tú de pie frente al acantilado del zodíaco
deberías elegir alguna estrella
pues eres el navegante celeste
el pescador constelado
que inmerso en el océano profundo de la noche
busca su caracol increíble.

¿acaso puede alguien explicar las aguas?
sólo tú bienaventurado
botero adormecido curioso náufrago
que bogas por los canales del mundo
con tus remos lunares mas la canción tatuada
y sabe que todo juglar –gigante o pequeño- merece su río.


sálvate poeta bajo las estatuas de sol.


oh leve pasajera

tu cuerpo moreno late entre alimañas y bambúes
pero se conserva intacto
como un campamento andaluz
bajo la ardiente penumbra de la balada viajera.

buscarte en la unánime hondura del pinar
y sospecharte aferrada a las crines de la noche
o hacerlo en la rapiña que desata la colmena
pero buscarte porque en ello ronda el goce verdadero.


así el bienaventurado
internará su mano en el cofre de tu vientre
y esa mano habrá de convertirse en trifulca de chicanos
o de barbados jinetes y aguardiente
hasta que dé con tu brote jugoso
que intentarán quitarle siempre en las aduanas
en medio de un concierto de marimbas.


sálvate poeta bajo las estatuas de sol.




(tregua)


¿y cuánto cuesta el alquiler de una cama en el infierno?
-pregunté una vez al carnero de satán-

dos revelaciones un suicidio –me dijo- y las alas.





II


si una tonada lavanda te señala el día
sigue a tu corazón.
si te envuelve el chasquido de la melena del mar
sigue a tu corazón.
si ella se ha ido y no puedes recordarla
sigue a tu corazón.
si el hijo no venido te muerde los labios
sigue a tu corazón.

así ha de temblarte la vena junto a las hojas del ginko
en el jardín de las fuertes impresiones
pero si lo que empuja es una sombra no lo sigas
si lo que empuja es una sombra no lo sigas
si lo que empuja es una sombra no.

porque nacen las moscas en el lecho de barro del orgullo
y en el estercolero de su brazo despoblado.
nacen las moscas en las encías del dólar
y en la ciénaga mirada de la fama
que sólo va detrás de la insolación de los retratos.

las moscas –en fin-
como el poema de la vergüenza de plata de los altísimos quilates.


si sueltas la voz
que sea en plantaciones de trenes frutales
con insectos pintados
en alianza de redondos peces marciales
y espléndidas piedras
en la breve y muda felicidad de los viandantes
y en el motín amarillo oh bienaventurado
en el motín amarillo
que a tu corazón dará gala rango y señorío
para tus bodas paganas con la vida.


sálvate poeta bajo las estatuas de sol.


¿podrás grabar con el dedo
en el yelmo vagabundo de la luna?
¿podrás rescatar tu trompeta nutritiva
del viejo cabaret de los remordimientos?
¿podrás peinar tu cabellera a la usanza hostil del huracán
e internarte en el camastro de las calvas tradiciones?
¿no es también a veces tu propio corazón un lobo asustado
ante un acoso de lombrices tempestuosas?

oh bienaventurado la percepción es un ave zancuda
plantada en el tímpano del cielo
a la que debes capturar con el ojo campeador
y cuando huyas con ella embriagado pero débil
deberás procurarle alimento
llenarla de calor y de cuidados
abrazarla en verdad para que sea pasiva y leal y suculenta.


a la cigüeña de las intuiciones devórala ya
y piénsate bienaventurado
como el elefante de mimbre
que cruza un bosque de abedules incendiados.
piénsate como una gran oreja
en el centro del patio donde habitan
los perros erguidos del sufrimiento.
piénsate como el caimán famélico
que se aniquila en su propia mordedura.


sálvate poeta bajo las estatuas de sol.


sabe tú que el amor ese toro de nitroglicerina
desata el impulso
pero finalmente sobrevivirá la tristeza
y cuando se detenga la limosina de tus pequeños secretos
resaltará de tus escritos nada más que la lluvia.

sólo quedará lo sinfónico de la memoria de lo perdido.


al acecho la araña del deseo
pende de la rama del clima en el árbol de los amores posibles
(y en la vigilia se oculta la muerte)
de los amantes la ansiosa espera vacila
entre el plumón de la garza real y la cautela del zorro
(y en la vigilia se lame la muerte)
bajo las lamparillas de los cuartos apartados
los pasos del amor desnudo anticipan el brinco
(y en la vigilia se agita la muerte)
tras la vez primera
sobre la humareda de los amados cuerpos extenuados
cantan las murgas de la unión inolvidable
(y en la vigilia embiste)

los enamorados
al decidir apartarse dejan girando en la campana del adiós
al pájaro damasco de la palabra rota.


sálvate poeta bajo las estatuas de sol.


y así como en todo nacimiento
por una cabeza diminuta pasa toda una mujer
así por la palabra revelada: el poema.


oh bienaventurado
cuando en tu cabeza se abra la mandíbula del sol
caerá la palabra
con la suntuosidad de las tormentas
con la inmisericordia de los tribunales
con la celeridad de la antorcha del trigo.
la palabra caerá
con el sopor de las rutas del tabaco
con el desconcierto que los juncos barajan
para el deleite del tigre
con el asombro que astilla la pupila.

desde la quietud de su estancia en las iglesias
la virgencita musculosa y pálida
aprieta contra su rostro una lágrima pastora
pero tú bienaventurado
nunca obtendrás el favor de los rebaños
esos que al cabo de un discurso idiota
se abrazan excitados como orangutanes fraternos
porque para ellos tu ropaje liviano
será motivo de negación y desprecio.

oh aislado morador de la casa del poema
en el trasero de almíbar del mediodía esplendente
estarás fuera de todo y nada estará fuera de ti.
serás el impalpable forastero. serás ajeno siempre.

crear los ghettos del desorden: he ahí tu infierno alegre.



sálvate poeta bajo las estatuas de sol.

mírate
mírame bienaventurado
y verás que no hay distancia entre tu luz y mi cigarro
que las criaturas demenciales no recorran.
verás que mi gesto de lobo
no es diferente a tu salto de manzana
y que el gran desesperado del amor
solamente pretendió que lo amaran
igual que ha amado él
con este ademán de corazón hambriento
recorriendo las márgenes secretas
con la obscena ingenuidad de los antílopes
anhelando un lazo de rouge
un pulso de incendio
un tañido.

nadie
nadie aquí se culpe nada.
la maldita soledad es un leopardo
que ciego y a tientas asedia lentamente mis zapatos.

no se cantarán mis epopeyas
ni se hablará del marfil de mi osadía.
una fisura en la lengua de la noche
eso soy ahora.



sálvate tú bajo las estatuas de sol.


oh fuego negro poesía
yo el náufrago de todo en mi puntual carabina
me iré por la degolladura del hastío
diciendo adiós a tu comarca solar
con mi último y conmovido palabrón de sangre.

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